Es un sacrilegio acercarte al país de Oc sin haber husmeado un poco por la historia del medioevo. Sociedad, Religión y Política se enfangaban en aquellos tiempos oscuros. Como con casi todo, fueron los romanos los que dieron relevancia al chiringuito unos 100 años a.C. para gestionar administrativamente la colonia, o sea, para cobrar los impuestos, dar al César lo que era del César y vivir a costa del prójimo a golpe de edicto y espada. Visigodos, francos, Romanos y sarracenos fueron turnándose la vez hasta bien entrada la baja edad media.
Como memorial del medioevo no tiene precio y así lo proclamó la UNESCO colocándole el cartel de patrimonio de la humanidad en 1997 pese a que alguna mente lúcida del gobierno francés quiso derruirla totalmente a mediados del XIX, seguro que para conseguir un buen pelotazo inmobiliario de la época.
Al margen de su impresionante arquitectura defensiva, lo más interesante de La Cité es el aura esotérica que la envuelve. Desde que Dan Brown se puso a hacer amigos metiendo el dedo en púrpura ajena con su código da Vinci, investigadores, escritores, editores y lectores han encontrado un filón con interpretaciones variopintas de la historia y sus diásporas religiosas. Por otro lado, no todo es sucedáneo paranormal y queda mucha tela (vegetal) por desempolvar y explicar con rigor.
Fuera lo que fuera que descubrió el Abate Béranger Sauniere bajo una columna de su Iglesia y por mucho esfuerzo que el monopolio editorial histórico con licencia haya dedicado al control de los apócrifos de la época más oscura, algún día habrá que colocar cada pieza en el lugar que le corresponde para completar y entender correctamente el rompecabezas de nuestra civilización.
Para los que se atreven a bucear un poco por las procelosas profundidades abisales para-históricas, cátaros, templarios, castillos, herejes, merovingios, lápidas de Albes, pastores de Arcadia, antonianos, hospitalarios, francmasones, monarquías, cruzadas y papados hacen del país de Oc junto a su orografía y a sus gentes uno de los rincones ilustrados más interesantes de visitar (si sus empinadas cuestas extramuros para llegar a La cité se lo permiten).

© IGNACIO LÓPEZ 2009

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Carpe diem. Tempus fugit.

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